El paseo por las Salinas de Ulló, en Vilaboa, es una pequeña ruta que rodea la marisma y los antiguos diques donde se producía antiguamente la sal. Es un tramo corto que fácilmente se puede hacer con niños/as.

Os cuento primero un poco de su historia para poneros en situación:
El complejo de las salinas del Ulló, que dejó de fabricar sal a principios de la década de 1720, cuenta con dos grandes estanques rectangulares contiguos que se construyeron aprovechando una ensenada natural del fondo de la ría. En el mayor, que se llenaba aprovechando la fuerza de las mareas, tenía lugar la evaporación de una parte del agua gracias a la acción del sol y a la ventilación.
Dentro del primero de los vasos el agua permanecía estancada durante unos 30 días hasta alcanzar los 18º aproximadamente, lo que permitía la precristalización de la sal. Una vez que alcanzaba esta temperatura el agua se trasladaba al vaso rectangular contiguo, donde cristalizaba a una temperatura 5º superior lo que permitía su cosecha.

Y esto es básicamente lo que veremos en esta visita, que en un principio no puede resultar llamativa pero ya os adelanto que para los pequeños escaladores es de lo más emocionante y para los adultos, un paseo relajante.
Acceder a las salinas es sencillo, están bien señalizadas. Entramos en el pueblo de Vilaboa y más o menos a la altura del Ayuntamiento hay un cruce a la derecha (viniendo de Vigo), lo cogemos y tras unos metros ya estamos en el inicio. Hay un aparcamiento (sí que es verdad que si hay afluencia de gente se llena rápido pero todo el mundo aparca a los lados de la carretera sin problema.)

El recorrido tiene forma circular, así que no importa por que lado escojamos ir ya que veremos lo mismo. No es largo, por lo que los peques lo hacen sin problema alguno, incluso es perfecto si quieren llevar las bicis o patinetes. Nosotros empezamos el sendero en un camino de tierra (pero lo dicho, podéis hacerlo al revés) que se interna en una zona de arboleda. Tras un buen tramo andando, llegamos a una bifurcación que indica “Granja de las Salinas”. Aquí podemos coger este pequeño desvío para ver las ruinas de la antigua fábrica (merece la pena) y luego volver y continuar, así llegamos a uno de los grandes atractivos de este espacio: el “puente”. Se trata, en realidad, de un gran dique de piedra que cruza uno de los vasos de la salina para retener el agua. Se puede pasar caminando perfectamente. Los peques que lleven bicis o patinetes aquí necesitarán, por supuesto, supervisión y un poco de ayuda, al igual que si llevamos carritos, porque es muy pedregoso, no muy ancho, nos cruzamos con otras personas y justo en la parte media hay un pequeño corte en el puente para que pase el agua y hay que saltar.



Desde aquí se puede divisar perfectamente la Isla de San Simón.
Al terminar este paso de piedra que cruza el agua, queda otro tramo de paseo y llegamos a nuestro punto de partida. Desde esta otra zona es fácil observar patos, cisnes, garzas y otras aves.





En nuestra visita echamos de menos un parque infantil o un merendero en la zona para que los peques pudiesen tomar algo. Lo cierto es que no hay, pero indagamos un poco y encontramos una zona en el Ayuntamiento y la Iglesia (están juntos) que se presta para esto. Incluso había un tobogán y un balancín. Se encuentra saliendo de nuevo a la carretera principal y cogiendo el camino que lleva a la Iglesia.

Otra ruta que tenemos pendiente en Vilaboa es la ruta de los molinos. La conoces??